sábado, 15 de marzo de 2008

Un extraño regalo de navidad

Ya os he hablado sobre mi gato Piscialetto, hemos ampliado la familia, así que me apetece hablaros de Florinda Caramella.

Llevar a casa a Piscialetto me valió no pocas discusiones de pareja, Juan es más de perro, además le tenía cierto recelo a los gatos, por una parte y por otra, el gato no nos lo puso nada fácil. Es un sieso, un sieso con mayúsculas, no se deja acariciar, te muerde, te araña y te trepa y todo lo pide llorando. Dicho así parece que me he llevado una "joya" y sin embargo no me arrepiento (bueno, el día que encontré las cortinas hechas jirones, me lo pensé).

Como comprenderéis con estos precedentes a ver quién era la guapa que metía otro gato en casa. La veterinaria me lo aconsejó en su momento, porque buena parte del comportamiento del gato se debía a que pasaba mucho tiempo solo y que dependía mucho de mí y del tiempo que le dedicara. Con deciros que cada vez que yo me ausentaba (hago varios viajes a Madrid al cabo del año por trabajo), le salían calvas del strees, incluso cuando se trataba de horas, durante mi ausencia se echa a dormir y sólo se activa cuando vuelvo.

En el puente de la Constitución fui a visitar a mis cuñados, tienen varios gatos, entre ellos la madre de Piscialetto, y me comentaron que algún desaprensivo había abandonado a una gatita morisca de apenas meses. Al poco aparecío, estaba delgadísima, cojeaba de una pata trasera y le habían cortado los bigotes!!!. Odio la crueldad humana como el que más, pero especialmente esa que se ceba en los indefensos, la que se infringe hacia seres que no poseen o han perdido la capacidad de defenderse. No sólo porque es gratuita sino porque responde a un divertimento perverso que no alcanzo a comprender.

Cuando la gata se puso a mis pies a maullar pidiendo un poco de atención y comida, supe que estaba perdida, no ella, sino yo. Mis cuñados después del puente se iban del chalet y no tenían intención de volver hasta que volviera el buen tiempo. Esa gatita era casera y ya mostraba signos de desnutrición, con toda probabilidad no aguantaría el invierno.

Me la llevé, conocía a gente de una protectora de animales aquí en Cádiz y contacté con ellos. Les propuse tenerla en acogida hasta que le encontraran un hogar, luego tuve que convencer a una de mis cuñadas para que la metiera en casa.... ni Juan ni Piscialetto me iban a dejar aparecer con ella tan alegremente.

Durante dos semanas estuve trayendo y llevando la gata de una casa a otra, ya que de día podía controlar que el gato no se le echara encima, pero por la noche tenía que trasladarla. La lavé, la desparasité y la llevé al veterinario para que le mirara la patita. Tenía una uña arrancada de raíz y parecía haberse roto algún huesecillo que se había soldado de aquella manera.

La situación empezó a ser insostenible, perdía mucho tiempo en los viajes de una casa a otra, nadie respondía a los carteles y anuncios suplicando la adopción, Juan me empezaba a poner caras largas y yo estaba a las puertas de otro viaje a Madrid....

El día que tenía que partir no me dio tiempo de llevar a la gata a casa de mi cuñada y le pedí a Juan que lo hiciera. Por entonces él había empezado a llamarla Florinda y aunque le cueste reconocerlo se empezaba a encariñar. Es tan opuesta a Piscialetto, mimosa y faldera siempre busca tu calorcito, a veces creo que está en una actitud constante de agradecimiento. La gata parecía haberse enamorado de Juan, le seguía y golpeaba su cabecita contra él mientras ronroneaba fuerte y satisfecha. Lo cierto es que cuando volví del viaje, una semana después, me pidió que la adoptáramos nosotros.
Fue todo un alivio, pero los problemas no acabaron ahí... había conseguido a Juan para mi causa, pero ¿qué pasaba con Piscialetto?.

Hoy, tres meses después, estoy muy contenta de tener a Florinda Caramella (el segundo nombre hace referencia a su dulcura), pero ha sido difícil. El gato dejó de comer y estaba muy deprimido, se sintió desplazado y la verdad es que no ha vuelto a ser el mismo, claro que no estoy muy segura de que haya sido para mal. Ya no muerde, de deja acariciar y es más mimoso, probablemente porque siente que tiene que ganarse el cariño ya que Florinda se lo ha puesto difícil.

Ahora juegan constantemente y lo hacen prácticamente todo junto, es muy divertido verles, y tranquilizador, porque ahora sé que cuando no estoy en casa se hacen compañía mutuamente... la pena es el ruido que hacen más de una noche, carreras, peleas y trastadas varias. Aún estamos tratándola para los parásitos, ya que venía divina, y la cojera se ha vuelto imperceptible, pero parece ser feliz y eso nos llena a nosotros de alegría.

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